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01 junio 2006



Así son las cosas


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Leo un comentario bastante interesante sobre la vida que vivimos en una entrada de Pierre Nodoyuna
La gente del resto del mundo vive de otra manera.

Hablo del mundo que se nos parece, aclaro, porque en Bangla Desh son la hostia de felices durmiendo sobre cuatro cañitas clavadas en el fondo de un río que día sí día no les hace una putada, cuando no se les cuela una cobra en la salita.

Aquí generalmente vivimos a siete pisos del suelo, nos asomamos a ventanas diminutas, y sólo si antes corremos dos metros el sofá, forzamos la cortina y evitamos tumbar la lámpara con chino de la mesita del rincón.

Nos duchamos y hacemos pis en la única habitación sin ventilación de la casa, y tenemos amontonados los electrodomésticos en un bloque de aglomerado del que resulta titánicamente duro extraer la lavadora ese maldito día en el que el agua se sale hasta el descansillo, que es donde hace surf el niño del vecino, al que hemos oído concebir, llorar y correr por el pasillo y, si seguimos aquí dentro de diez años, echar el primer polvo una noche en la que sus padres vayan al teatro a ver un dueto entre un alopécico Bisbal y una grabación póstuma en 3D de Marujita Díaz.

Para aparcar el coche en la plaza de garaje necesitamos de diez a quince minutos y mucha concentración, como en Kárate Kid, porque el vecino se ha comprado un monovolumen como para llevar de excursión a la plantilla completa de leche Pascual, sin embargo su plaza de aparcamiento sigue siendo la misma de cuando tenía el Seat Panda.

Si abríamos la ventana hace quince años podíamos ver pasar el tren, chillar a los niños de un colegio que estaba a tres manzanas y un huertecito con dos higueras y un R4 abandonado al fondo.

Si abríamos la misma ventana hace ocho años no estaba nada mal ver tomar el sol a la vecina recién casada en el bloque que construyeron enfrente, se ponía un bikini fucsia con estrellitas y una cinta rosa en el pelo...

Si la abrimos hoy es una pena, el tren pasa por debajo nuestro, para eso arrasaron el huertecito y nos dejaron la casa torcida (si ahora se te cae el jabón se sale hasta el pasillo) amén de que la vecina hace años que no toma el sol, pesa treinta kilos más que entonces, se ha teñido de naranja y sólo se pone un chándal del Real Zaragoza.

Eso sí, abajo tenemos siete contenedores en hilera, para el plástico, el vidrio, el papel y los pc viejos, además un jardincillo precioso cuidado con perfeccionista eficacia por un discapacitado psíquico, lo cual me choca ya que el que se siente discapacitado soy yo cuando veo con qué maestría redondea los arbustos.

Lo mejor es el jardincillo, eso sí que no estaba hace veinte años. Hemos mejorado.

Pero con la salvedad del jardincillo no entiendo o entiendo mal porqué a esto lo llamamos calidad de vida.

¿Y porqué vivimos en torres de once alturas?...

Nunca lo he sabido, lo comprendo en Tokio y en Manhattan donde la gente come de pie y los crucifijos son un estorbo, además sería una tontería ver a King Kong subido a la azotea de un segundo.

¿Pero en Huesca?...

Se hacen grandes bloques en todas partes de España, escasee o no el suelo, porque el suelo está, qué duda cabe, dime tú si hay o no hay suelo llegando a Ciudad Real.

Claro que, con nuestros métodos... Primero hacemos las casas, con un caminito tercermundista que las une con el Carrefour y con el resto del mundo, las madres para ir a casa de los hijos preparan fiambreras, un salacot y un machete.
Una media de seis años después aparece el primer autobús, que va y viene desde unas paradas sin marquesina, como en el desierto del Gobi.

Por fin un día llega el Telepizza, y mas o menos entonces ya está todo arreglado, así que ya pueden aparecer los de ONO ofreciendo puerta por puerta sus bicocas para conectarte a 30 megas y regalarte un ratón con todas las llamadas a Murcia gratis.

Tengo un coche mejor que los que circulaban cuando yo era niño, la tele se ve mil veces mejor, en un mp3 me caben ochomil elepés.

Ayer me empastaron una muela y no me dolió nada, los viajes al Caribe ya no son prohibitivos, hablamos por el móvil y me alimento gracias al miroondas.

Y todo esto es además proporcionalmente cada día más barato.

Pero que no me cuenten que la vivienda ha mejorado en la misma proporción que el resto de nuestra vida.

La vivienda en éste país es un timo.

Y sin embargo seguimos comprando.
Éste, y más comentarios interesantes, en una genial entrada sobre la vivienda: Estraperlo 2006
Un tío va por la calle y se encuentra con un amigo suyo, al que acompaña un perro fantástico. Le comenta lo maravilloso que es el perro y el propietario de éste le dice "pues lo estoy vendiendo. Son dos millones de euros". El amigo le pregunta si está loco, se despiden y se marcha. A la semana siguiente se lo encuentra, ya sin perro. "Lo he vendido", le comenta su amigo, "por dos millones de euros". "¡Dos millones de euros! No es posible", le dice. "Te equivocas, es perfectamente posible. Ahora tengo dos gatos de un millón".

Continuar leyendo Estraperlo 2006...
Desde otro lugar: escolar.net

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1 Comentarios a “Así son las cosas”

  1. Anonymous Anónimo  llegó el 02 junio, 2006 11:28 y dijo:    

    Al leer la parrafada de arriba me ha venido a la cabeza esoso viejecillos, y no tan viejos que dicen eso de "Antes se vivía mejor" Bien es cierto que al final concretiza con que es sobre la vivienda.

    Y lo de la Calidad de vida en general ha mejorado, pero eso no implica uqe otras cosas hayan cambiado (el tren que para el es un engorro puede que sea calidad para otros)

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