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25 marzo 2006



La osadía de la ignorancia


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Artículo de Pérez-Reverte en "El Semanal", hablando del uso del idioma de los españoles y las españolas, de esa constumbre que se está extendiendo de referirse siempre a los dos sexos (a mi me recuerda especialmente a Ibarretxe, con sus "ciudadanos y ciudadanas vascos")
Una comisión del parlamento andaluz a la que se encomendó revisar el «lenguaje sexista» de los documentos de allí, se ha dirigido a la Real Academia Española solicitando un informe sobre la corrección de los desdoblamientos tipo «diputados y diputadas, padres y madres, niños y niñas, funcionarios y funcionarias», etcétera. Como suele –recibe cinco mil consultas mensuales de todo el mundo–, la RAE respondió puntualizando que tales piruetas lingüísticas son innecesarias; y que, pese al deseo de ciertos colectivos de presentar la lengua como rehén histórico del machismo social, el uso genérico del masculino gramatical tiene que ver con el criterio básico de cualquier lengua: economía y simplificación. O sea, obtener la máxima comunicación con el menor esfuerzo posible, no diciendo con cuatro palabras lo que puede resumirse en dos. Ésa es la razón de que, en los sustantivos que designan seres animados, el uso masculino designe también a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos. Si decimos los hombres prehistóricos se vestían con pieles de animales o en mi barrio hay muchos gatos, de las referencias no quedan excluidas, obviamente, ni las mujeres prehistóricas ni las gatas.

Aún se detalló más en la respuesta de la RAE: que precisamente la oposición de sexos, cuando se utiliza, permite destacar diferencias concretas. Usarla de forma indiscriminada, como proponen las feministas radicales, quitaría sentido a esa variante cuando de verdad hace falta. Por ejemplo, para dejar claro que la proporción de alumnos y alumnas se ha invertido, o que en una actividad deportiva deben participar por igual los alumnos y las alumnas. La pérdida de tales matices por causa de factores sociopolíticos y no lingüísticos, y el empleo de circunloquios y sustituciones inadecuadas, resulta empobrecedor, artificioso y ridículo: diputados y diputadas electos y electas en vez de diputados electos, o llevaré a los niños y niñas al colegio o llevaré a nuestra descendencia al colegio en vez de llevaré a los putos niños al colegio. Por ejemplo.

Pero todo eso, que es razonable y figura en la respuesta de la Real Academia, no coincide con los deseos e intenciones de la directora del Instituto Andaluz de la Mujer, doña Soledad Ruiz. Al conocer el informe, la señora Ruiz se quejó amarga y públicamente. Lo que hace la RAE, dijo, es «invisibilizar a las mujeres, en un lenguaje tan rico como el español, que tiene masculino y femenino». Luego no se fumó un puro, supongo, porque lo de fumar no es políticamente correcto. Pero da igual. Aparte de subrayar la simpleza del argumento, y también la osada creación, por cuenta y riesgo de la señora Ruiz, del verbo «invisibilizar» –la estupidez aliada con la ignorancia tienen huevos para todo, y valga la metáfora machista–, creo que la cosa merece una puntualización. O varias.

Alguien debería decirles a ciertas feministas contumaces, incluso a las que hay en el Gobierno de la Nación o en la Junta de Andalucía, que están mal acostumbradas. La Real Academia no es una institución improvisada en dos días, que necesite los votos de las minorías y la demagogia fácil para aguantar una legislatura. La RAE tampoco es La Moncloa, donde bastan unos chillidos histéricos en el momento oportuno para que el presidente del Gobierno y el ministro de Justicia cambien, en alarde de demagogia oportunista, el título de una ley de violencia contra la mujer o de violencia doméstica por esa idiotez de violencia de género sin que se les caiga la cara de vergüenza. La lengua española, desde Homero, Séneca o Ben Cuzmán hasta Cela y Delibes, pasando por Berceo, Cervantes, Quevedo o Valle Inclán, no es algo que se improvise o se cambie en cuatro años, sino un largo proceso cultural cuajado durante siglos, donde ningún imbécil analfabeto –o analfabeta– tiene nada que decir al hilo de intereses políticos coyunturales. La RAE, concertada con otras veintiuna academias hermanas, es una institución independiente, nobilísima y respetada en todo el mundo: gestiona y mantiene viva, eficaz y común, una lengua extraordinaria, culta, hablada por cuatrocientos millones de personas. Esa tarea dura ya casi trescientos años, y nunca estuvo sometida a la estrategia política del capullo de turno; ni siquiera durante el franquismo, cuando los académicos se negaron a privar de sus sillones a los compañeros republicanos en el exilio. Así que por una vez, sin que sirva de precedente, permitan que este artículo lo firme hoy Arturo Pérez-Reverte. De la Real Academia Española.
Me parece que, una vez más, tiene razón.

Desde otro lugar: El Semanal

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5 Comentarios a “La osadía de la ignorancia”

  1. Anonymous Anónimo  llegó el 25 marzo, 2006 20:48 y dijo:    

    Estoy de acuerdo con que el plural doble es innecesario, pero en desacuerdo con la mayoría del resto de cosas que se dicen. Me intriga especialmente el final. ¿Qué significa eso de "por una vez, sin que sirva de precedente, permitan que este artículo lo firme hoy Arturo Pérez-Reverte. De la Real Academia Española"?

  2. Anonymous Anónimo  llegó el 27 marzo, 2006 10:06 y dijo:    

    Sxim, está tan claro que debería deslumbrarte: en lugar de firmar Arturo Pérez-Reverte, novelista, periodista y columnista lo firma la misma persona, pero en su calidad de miembro de la RAE (es decir, alguien al que el resto de académicos considera como uno de las mayores autoridades en el idioma castellano). Simplemente está recalcando su autoridad para hablar de este tema. Ni más, ni menos

  3. Anonymous Anónimo  llegó el 27 marzo, 2006 10:09 y dijo:    

    Jurjurjur, pero que bien que habla Arturito y encima esta vez no dice nada de sus amigas las "erizas".

  4. Anonymous Anónimo  llegó el 09 febrero, 2009 00:24 y dijo:    

    Aunque hace ya 3 años de este artículo, me gustaría decir una cosita.
    El usar el femenino no es cosas de feministas, es cosa de igualdad.
    Si no se nos nombra, nos olvidamos.
    Estoy totalmente en DESacuerdo con Reverte, incluso me asombra que un ilustrado de su talla diga semejante tontería.
    Con esto he llegado a una conclusión: Reverte es gilipollas!!!!!

  5. Anonymous Anónimo  llegó el 09 febrero, 2009 15:39 y dijo:    

    Sabela, permiteme no estar de acuerdo contigo. No nos vamos a olvidar de las mujeres por no nombrarlas y lo que dice Reverte (aparte de ser la opinión de la RAE) tiene todo el sentido del mundo. El lenguaje ha evolucionado para la economia y no tiene sentido malgastar palabras para enfatizar en algo que se sobreentiende.

    Aparte, llamar Gilipollas asi por que si a Reverte me parece de mal gusto y sin argumentos

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