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18 marzo 2005



Ya no tá


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está ya no está

No se si es una buena idea o no quitar la última estatua de Franco que quedaba en Madrid. Por una parte está bien no volver a verle nunca más, que deje de mirarnos desde arriba, pero por otra, me queda la duda aquella de "el pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla"

Además, tampoco estaría de más, ya que se ponen, que quitaran otras referencias que quedan por ahí. Primo de Rivera también fue un dictador, Fernado VII hizo más daño a España que muchos otros reyes juntos, los reyes católicos limpiaron España de infieles. Nuestra historia esta llena de gentuza homenajeada, y no por ello nos vamos a quedar solos.

No sé. Esperemos que no haya que plantearse esto nunca más.

Actualización (Al día siguiente): Esto es lo que pasó la tarde después de la retirada de la estatua, contado por El Mundo
Cerca de 700 personas se concentraron en Madrid en la tarde del jueves en torno al pedestal donde se erguía el último monumento ecuestre de Francisco Franco en la capital. La concurrencia era muy variopinta. Había nostálgicos del régimen, simpatizantes de la ultraderecha moderna y adolescentes radicales. Diferentes generaciones, incompatibles en muchos aspectos, pero afines en dos ideas: el orgullo por el dictador y el desprecio por el actual Gobierno socialista.

El gentío comenzó a congregarse sobre las 19.00 horas en las inmediaciones del Ministerio de Medio Ambiente. Ocho furgones de la Policía Nacional se desplegaron en la calle San Juan de la Cruz, mientras los antidisturbios tomaron posiciones para prevenir incidentes. En el otro lado de la calle un grupo de personas, también numeroso, asistió con curiosidad a la escena.

Los primeros problemas se produjeron con la llegada de la prensa. Cuando los reporteros gráficos comenzaron a tomar sus fotos y las televisiones desplegaron sus cámaras, los miembros más exaltados de la manifestación les increparon duramente. "¡Qué hacéis aquí! Sois unos perros manipuladores. Idos (sic) a 'Salsa Rosa' a que os den de comer, muertos de hambre". Incluso hubo momentos de tensión en los que casi se produjeron agresiones físicas.

La ornamentación era la típica del ideario ultraderechista. En el ambiente se podían ver banderas preconstitucionales, camisas falangistas, gorras carlistas, yugos y flechas en las solapas... . Los manifestantes alternaban el cántico del 'Cara al Sol', con loas al caudillo —"¡Viva Franco!"— y consignas reaccionarias —"Rojos, no, rojos, no"; "España es cristiana, no musulmana"—. También gritaban improperios contra el Gobierno —"11-M, Rubalcaba"; "Zapatero traidor de España"—. Pero el personaje más vilipendiado de la tarde fue un histórico líder de Partido Comunista —"Carrillo, asesino"—.

El momento álgido se produjo cuando tres jóvenes, de no más de 19 años, se subieron en los andamios que cubren el pedestal, donde antes estaba la estatua, colocaron una bandera de España con águila incluida y descolgaron un mural con el rostro del dictador. El éxtasis sobrevino entre los manifestantes que juntos levantaron el brazo y descargaron con furia su odio por la garganta. Muchos de los que llegaban, colocaron ramos de flores a los pies del monumento.

Conatos de violencia

Un hombre, megáfono en mano, hacía de director de ceremonia y alentaba a los presentes ordenando cánticos, coros y hasta rezos. Del himno de la legión se pasaba al Ave María, con reproches al Gobierno de por medio. "España se hunde en el Carmelo, España se quema en el Windsor, y lo único que hace el Gobierno es llevarse la estatua de Franco". Pero la unanimidad era sólo aparente alrededor del pedestal. La observación detallada de la escena revelaba una heterogeneidad concéntrica, que evidenciaba contradicciones.

En las primeras posiciones, junto a la base del monumento, se veía a jóvenes alterados, nerviosos, muy activos y en ocasiones violentos. Esa zona la compartían grupos vestidos con pantalones de camuflaje y botas militares, con otros de imagen más rancia que lucían complementos falangistas. "Dónde están no se ven los niñatos del PP", era una de sus frases favoritas. Desbordaban ganas y siempre que se arrancaba un nuevo cántico, estaban dispuestos a secundarlo.

Ampliando un poco el radio, el escenario cambiaba. De las cabezas rapadas se pasaba a la gomina. Personas de mediana edad, que sólo se unían al griterío de forma selectiva. Ellos con trajes impecables. Ellas muy maquilladas y peinadas. Algunos iban en familia. Padres, hijos y abuelos unidos por la causa. "Siempre pasa lo mismo, está todo el mundo acomplejado y no se atreven a decir las cosas como son", lamentaba una mujer, que charlaba con una amiga.

Y en la siguiente línea la gomina daba paso a la laca. Matrimonios de edad avanzada recordaban con nostalgia épocas pasadas. Pero en los insultos contra Carrillo y las entonaciones del 'Cara al Sol', gritaban como los más jóvenes. "Nadie es perfecto, pero con Franco se vivía mejor y no había la delincuencia de ahora", decía un hombre que, a pesar de caminar con dificultad ayudado por un bastón, mantenía una postura orgullosa.

La estatua de Indalecio Prieto

Llamaba especialmente la atención un grupo de adolescentes, que no pasaban de los 16 años. Vestían con ropa cara de marca y llevaban mochilas de colegio. Se movían juntos y parecían emocionados. Recitaban de memoria y sin equivocarse, ni en una coma, todos los himnos y consignas. Un misterioso hombre se acercó a uno de ellos. ¿Vosotros de quién sois?, le preguntó. "De la Falange", fue la respuesta. "Ya, pero del grupo de quién", insistió. "De la Falange, de la Falange Española", contestó el chico. "Muy bien, muy bien", zanjó el hombre cuando el resto de chavales comenzó a prestar atención y se fue.

Una mujer de unos 60 años, que estaba sola, decía a quien quisiera oírla: "Les molesta que digamos España". Y un joven dispuesto al diálogo le respondió: "Sí, prefieren que digamos Cataluña". La mujer: "Si Cataluña tiene también cosas preciosas, pero les molesta oír la palabra España". El joven: "Claro. Además Cataluña no deja de ser una Comunidad Autónoma de España". La mujer: "Y quién quiere una comunidad. Yo quiero una España grande". Ante el riesgo de argumentar cosas incompatibles, el chico decidió poner fin a la conversación. Se despidió con una sonrisa y volvió al griterío.

Después de una hora de concentración frente al pedestal de Franco, el hombre del megáfono se dirigió al gentío. "Aquí ya hemos hecho lo que teníamos que hacer. Ahora nos vamos a ir ahí abajo, y nos vamos a mear en la estatua de Indalecio Prieto" —que está situada a 300 metros de distancia en dirección hacia la Castellana—.

La marcha fue secundada por unas 200 personas, pero entonces los antidisturbios se desplegaron e impidieron al grupo continuar. "Con Franco la Policía no moría", increparon los manifestantes, que comenzaron a provocar a la policía. Un agente golpeó con la porra a un hombre, que sufrió una brecha en la cabeza. Finalmente no se produjo la carga policial y la manifestación se fue disolviendo sin más incidentes.

Sin palabras





1 Comentarios a “Ya no tá”

  1. Blogger e-ness  llegó el 28 marzo, 2005 21:49 y dijo:    

    Esta Semana Santa he pasado por ahí y la verdad es que da pena y vergüenza ajena la que tienen liada, como siempre, los mismos. Hay hasta un retrato en color del interfecto en cuestión, y todo. Pero lo que más pena da no es una panda de retrasados (de todas las edades, por desgracia), sino que un partido "de centro" como el PP (si, la verdad es que están en todo el centro de la derecha) apoye a esta gente. Claro, se explica si tenemos en cuenta que el 80% de ellos son franquistas, y el resto del Opus.... vaya panda.

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